La ultima deriva del laboratorio
fue en la quebrada que baja desde el Pichincha al barrio de Atucucho, barrio
que ha tenido una lucha importante por el derecho a la vivienda y a la tierra
en un proceso largo de ocupación, reconocimiento y posterior legalización de
las tierras. Para comenzar esta
caminata nos espera Luis Robles,
dirigente del Gobierno Barrial de Atucucho. Él
nos introdujo en la historia del barrio desde su llegada a una montaña
llena de árboles hasta lo que es ahora
un barrio establecido con servicios básicos cubiertos y una población de alrededor de 16000
habitantes.
La caminata comenzó con una
charla del proceso de ocupación en sus fases de construcción de la vivienda,
Luis nos explicaba como los arboles del bosque y materiales recogidos servirán para levantar el germen de la vivienda,
de esta manera tenían su terreno delimitado para una posterior mejora del
espacio , la segunda y tercera fase consistía
en mejorar paredes, pisos y cubiertas,
en fin consolidar la vivienda como espacio digno y habitable, para
comenzar una lucha por su permanencia.
En el borde de la montaña terminamos la charla y comenzamos a
subir hacía los páramos del pichincha. Dejamos el límite
urbano y seguimos camino arriba, llegamos pronto a una explanada con una ligera
pendiente, Luis nos dice “este es el colchón verde” lugar donde los
habitantes de Atucucho lo tienen para festejar sus fiestas y momentos
de ocio comunal, una explanada verde gigante de donde se veía todo el norte de
Quito, en primer plano el antiguo aeropuerto Mariscal Sucre un poco al norte se
podía divisar el crecimiento de la ciudad y en el horizonte el Pululahua.
Seguimos nuestro camino arriba
por senderos verdes llenos de
vida, el paisaje se había convertido en un páramo implacable con vegetación
frondosa y musgos viejos, con admiración
nos paramos al frente de un Puma Maki de unos 6 metros de alto y ancho , un árbol
inmenso milenario de la sierra Quiteña, también veíamos flores de hojas gruesas
e intensas coloraciones, en fin estábamos
ya metidos en las faldas del pichicnha.
Llegamos al punto de retorno, el sitio mismo donde
comienza la quebrada de Atucucho, la que separa a los barrios, La pulida,
Atucho y San Carlos. Aquí comenzamos el descenso, por los chaquiñanes de al frente, viendo el
camino por donde subimos al otro la do
de la quebrada. Este lado tiene mucha
vegetación introducida bajábamos por un bosque , el descenso se convirtió en un paseo dentro de un sinfín de
eucaliptos en donde Luis iba abriendo
camino por antiguos chaquiñanes.
Tras unos 25 minutos de bajada
comenzamos a escuchar el ruido de la ciudad, pitos, sirenas y un arrullo que no
existía 300 metros más arriba. Antes de
entrar a la urbanización quiteña nos encontramos con algunas infraestructuras
de captación de agua y una gran muralla de retención de lodos y agua para evitar desgracias mayores en el caso de
un deslave.
Tras pasar estas construcciones caminamos hasta el borde de lo rural y lo
urbano en su máxima expresión, a una
cuadra de la Avenida Mariscal Sucre (Occidental) rodeados de borregos, vacas, viviendas
precarias al borde de barrancos y chaquiñanes de lodo ingresamos a la ciudad
exactamente al colegio Luciano Andrade Marín en donde volteamos la mirada
arriba y comprendimos la importancia de proteger el ecosistema natural de la
ciudad y solucionar los problemas de riesgo de las viviendas en laderas.
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